domingo, 30 de diciembre de 2007

Fragmentos del pasado y del presente

Los manuales de viajeros,
los Almanaques y libros similares
del siglo XIX mexicano II

Por Paola Parra Fernández.
(Este artículo apareció en dos partes en el Períodico Humanidades de la UNAM, en los números 261 y 262, del 2003).

(Portal de Mercaderes, Plaza de la Constitución o Zócalo, Cd. de México, fotografía, 1897, col. AGN)


En esta parte nos enfocaremos a los almanaques mexicanos del siglo XIX. Tomaremos como ejemplo uno, de 1897, el Almanaque Bouret, editado por el Instituto José María Luis Mora y que es facsimilar.
Con este fragmento del pasado nos enfocaremos a otro tipo de tema, a la vida cotidiana de una joven porfiriana, de lo que prodríamos decir, clase media. Si analizamos, cien años son muchos, pero vistos desde otro ángulo, son relativamente cercanos. Cercanos, porque a finales del siglo XIX y principios del XX, los padres de nuestros abuelos y abuelas vivían, comían y posiblemente, hacían muchas cosas que en la actualidad hacemos y esto nos permite unirmos más a la historia y disfrutarla.
Si uno deseaba comprar un lindo sombrero para dama, en el Almanaque Bouret se podía encontrar el anuncio de la Fábrica de sombreros Th. Pellotier y Cía, la cual estaba en el número 4 del Portal de Mercaderes. También si un joven caballero quería visitar a su familia que estaba en Puebla, en el Almanaque podía revisar los precios y los horarios del ferrocarril*4. Estos son algunos de los muchos datos que podemos encontrar en los completos y divertidísimos almanaques.
Para ilustrar más lo que podemos leer en esos libros, no hay nada mejor que una carta, de una joven llamada Rosario Gochicoa, quien se la mandó a una amiga. Esta carta está basada en la información que había en el Almanaque y era un reflejo de la vida cotidiana de la Ciudad de México a finales del siglo XIX. Aunque la misiva es ficticia, el personaje no, ella fue mi tatarabuela. Esperamos que la disfruten y echen a volar su imaginación.


(Rosario Gochicoa, fotografía finales S. XIX. Col. familiar)


Mi muy estimada Eloisa:

Sé que estás preocupada porque no te he escrito en últimas fechas, pero debes disculparme, ya que he estado muy ocupada y para que no digas que te engaño te voy a decir todo lo que me ha ocurrido.
El pasado 15 de Marzo, Lorenzo y yo fuimos a visitar a su hermano Raimundo, pues fue el día de su santo y por ende el de su nacimiento. Antes de llegar a su casa fuimos a comprar la Fosfatina Falières para prepararle papillas a mi hermano, el pequeño Francisco. Después pasamos por la Droguería de la Profesa y preguntamos si ya había llegado la Crema Rosada Adelina Patti, pues Rosa, mi hermana mayor, me la encargó. Cuando por fin llegamos a la casa de Raimundo nos encontramos con muchos de sus familiares y amigos, platicamos un rato y después se amenizó la tarde con unos juegos muy divertidos: el vuelo del pegaso, la manzana mujer, las sombras, la palabra; mientras los niños jugaban a los nueve agujeros, lawn-tennis, al blanco y negro y a no sé qué más.



Apartados de los demás, los señores más maduros jugaban un juego algo complejo: el tresillo. Al poco rato, una de las hermanas de Lorenzo y Raimundo empezó a tocar el piano. Un poco más tarde el padre de Lorenzo nos hizo una invitación y se dirigió con su madre hacia el comedor a la cabeza de todos los que estabamos ahí reunidos, los seguimos y por último, la dueña de la casa pasó con el caballero de mayor representación. En ese lapso, Lorenzo me dio el brazo para atravesar el salón. Cuando ya estuvimos en el comedor, lo que siguió estuvo delicioso, te voy a contar a grandes rasgos lo que comimos y disfrutamos. Para empezar una sopa a la artesiana; luego (un poco a escoger) fritada de pollos; frutas de sartén, de pasta de papa; liebre en adobo francés; encrespados franceses; después una ensalada de escarola; postre ensoletado de nueces con leche y vino; torrijas reales, chocolate, chongos poblanos, pulque de huevo, licores y diversos vinos que compraron con E. Bayonne, en San Francisco No. 4.
Dos días después acompañé a mi hermano Juan y a Lorenzo al Cyclists Union Club que está en San Juan de Letrán y de casualidad pudimos ver al campeón mexicano René Sarre, quien probablemente usa una Bicicleta Victoria (Juan quiere comprarse una).


Mi madre quiere que yo sea toda una futura ama de casa y para eso, además de sus consejos y tareas que me deja, me compró un libro en la Librería de la Viuda de Ch. Bouret, que está en la calle de Cinco de Mayo, titulado El ama de casa ó sea Guía de la Mujer Bien Educada. Le costó entre un peso y uno cincuenta.
Mis padres, Rosa, Francisquito y yo fuimos “Al Puerto de Veracruz”, estuvimos viendo los zapatos, los sombreros, las telas y hasta los ciriales y atriles para el sitio de oración. Además que mi madre le prometió al padre Alberto un palio y un ramillete.
¿Si recuerdas que Lorenzo estudia Medicina?, el sábado llegó un poco tarde a la casa porque primero pasó a la Librería Madrileña a buscar un libro de su rama de estudio. Ese día no apareció solo, fue con un amigo de muchos años, pero desde su más tierna juventud se fue a vivir con sus padres a Guadalajara. Lorenzo lo quería hospedar en su casa, pero él se negó, así que mi prometido lo llevó al hospedaje para familias más cómodo y limpio: al Santa Clara que está en la esquina de las calles de Santa Clara y Manrique.


Me gustaría que algún día Lorenzo sea tan importante que su nombre esté en algún lugar público, en una placa que dijera: “al insignie Dr. Lorenzo Patiño, científico y médico respetable”, se oye bien ¿no?.
Como tu bien sabes, las personas educadas, nunca deben preguntar la edad de la otra persona; hay que hablar de las muchas cosas tan interesantes que hay en Francia o en Europa y en Estados Unidos y criticar todo lo que hay aquí. Según mi tía, la mujer elegante nunca debe quejarse de su reumatismo, sino decir que sufre neuralgias. Esto te lo digo porque nos visitó una joven, conocida de Rosa y hubieras visto y oído, todo lo que no debe hacerse en una conversación de gente decente ella lo dijo e hizo, pero en fin, lo que sí, es que era muy simpática.
¿Ya estás lista para asistir a la carrera del Jockey –Club, después de la Semana Santa?, ya no falta mucho, nada más pasamos el 17 de Abril y ya. Un amigo de Lorenzo nos invitó a ese lugar tan aristocrático. Si vienes no olvides darme una de tus tarjetas de visita. Cuando yo vaya a verte a tu casa, en Tacubaya, voy a usar el vestido que me regalaste en mi cumpleaños, mi Tolilette de muselina con mi sombrero redondo y voy a llevar el libro que hoy compré (en la misma librería donde mi mamá me compró el otro): la Gramática Francesa teórico-práctica, con ejercicios preliminares y unos diálogos familiares, dedicada a la juventud mexicana y me costó menos de un peso.
Cuando me case con Lorenzo, me gustaría que mi boda fuera de la siguiente manera:
Primero, las invitaciones para el matrimonio civil y religioso las haremos aparte.
La reunión de nuestros invitados (de los cuales tú serás la primera de la lista) será en el templo, mis amigas obviamente llevarán trajes claros y los hombres levita abrochada, pantalón de color y sombrero alto. Yo seré la última en llegar acompañada de mis padrinos, se supone que Lorenzo llegaría antes con los suyos. Las señoritas de honor irían tras el cortejo nupcial, a mi lado, dando los brazos a los mancebos de honor. Después de la ceremonia, los invitados pasarían a la sacristía a felicitarnos a Lorenzo y a mí. Después yo le daré el brazo a mi amado esposo y solos nos iremos en un coupé. Y ya en la recepción, nosotros abriremos el baile con la primer cuadrilla. Siempre es agradable soñar un poco con tu felicidad y ver que sí se puede volver realidad ¿no?.
Bueno, espero que te hayas entretenido con mi relato y que lo hayas disfrutado tanto como yo. Espero tener noticias tuyas muy pronto y el infinito placer de verte en pocas semanas. Dale mis saludos a tus padres y hermanos, que Dios te bendiga y continúes con esa alegría que te caracteriza.

Te quiere,
Rosario.



Sugerencia de lectura:



Almanaque Bouret para el año de 1897, México, Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora, 1992, 338p., (Colección Facsímiles).

Glosario:
_artesiana, sopa a la : sopa hecha con tostadas de pan fritas, caldo y verduras
_ciriales: cirios o velas grandes para la iglesia.
_coupé: un tipo de coche de caballos.
_Crema Rosada Adelina Patti: crema para la belleza femenina.
_cuadrilla: tipo de baile del siglo XIX, alegre . En el que las parejas se colocaban en filas.
_Cyclist Union Club: velodromo en el que se realizaban carreras de ciclistas. Tenía un casino y estaba en San Juan de Letrán No. 9.
_Droguería: nombre designado a las antiguas farmacias, se producían medicamentos y drogas.
_E. Bayonne: Tienda de vinos y licores ubicada en la actual calle de Madero.
_escarola: nombre designado a un tipo de lechuga.
_Fosfatina Falières: producto alimenticio para bebés, se consumía como papilla, pero también podía ayudar a mujeres embarazadas, vigorizaba el sistema óseo y muscular.
_Jockey Club: lugar donde se realizaban las carreras de caballos. Era un centro de reunión de la gente adinerada y aristócrata.
_levita: prenda masculina, antecesora del saco actual.
_mancebos: antiguo término designado a los hombres jóvenes y galantes.
_neuralgias: dolores de cabeza.
_San Juan de Letrán: antiguo nombre del actual Eje Central Lázaro Cárdenas, en el D.F.
_Toilette: vestido para dama.
_Juegos:
blanco y negro: juego infantil. Se utilizaba un disco de cartón, blanco por un lado y negro del otro. Debía haber dos bandos, en el piso se dibujaban dos círculos o refugios para que “entraran” cada uno de los equipos. El jefe de cada equipo, por turnos, debía arrojar el disco y gritar el color de su equipo, se equivocaban y si no caía e disco en ese color, perdían su turno y también si se precipitaban antes de tiempo. Todos los miembros podían ser jefes. Este juego podía jugarse de otras formas.
el tresillo: juego usado entre la “buena sociedad”, era un juego complicado de naipes.
el vuelo del pegaso: era un juego de balancín, para juegos de salón.
lawn – tennis: juego infantil francés antiguo, cuyo nombre se lo dieron los ingleses. Era similar al tennis actual, pero había cinco jugadores en cada lado.
la manzana mujer: era un juego de manos, en el que se pintaba una cara en la mano y se sostenía un lienzo a manera de toca o cabellera. Era un juego de salón.
la palabra: juego familiar. Un grupo de personas escogía una palabra, otro jugador, no debía escuchar y tenía que adivinar la palabra asignada, pero podía preguntar “¿Qué le parece a usted la palabra?” y así obtener pistas.
las sombras: era un juego para tertulias o reuniones familiares. Se colocaba una sábana y se proyectaba la sombra de alguien disfrazado haciendo muecas y sonidos, del otro lado de la sábana se tenía que adivinar el nombre del que estaba atrás.
los nueve agujeros: juego infantil. Se trazaba en el suelo un rectángulo se habrían nueve agujeros en los extremos, en los puntos medios y en el centro. Una bala se lanzaba y según donde cayera, tenía una puntuación, ganaba el que tuviera el mayor puntaje.

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